sábado, 12 de noviembre de 2016

N-III: LA RUTA 66 MANCHEGA. Programa Variotinto de TV Castilla-La Mancha



Un reportaje de Route 1963


   Me encontraba este verano temporalmente saturado de viajes por la antigua carretera de Madrid a Valencia, cuando el 11 de octubre surgió un nuevo motivo inexcusable para volver a ella: en la  Radio Televisión de Castilla La Mancha (RTVCM) alguien había descubierto este blog y estaban muy interesados en grabar un programa dedicado a la N-III en su recorrido manchego. El propio blog les marcaba un certero esquema del guión televisivo con sus correspondientes escalas: Tarancón, la gasolinera espiritual de Tribaldos, la cruz de Nino Bravo en Villarrubio, La Almarcha, el hotel Claridge abandonado en Alarcón, el pueblo sumergido de Gascas, la Venta de Contreras... 

   Pero la esencia de una antigua carretera hay que buscarla,  sobre todo,  en las gentes que habitan en ella y en las gentes que la recorren, aunque en la añeja N-III cada vez vayamos quedando menos de los unos y de los otros. Un abigarrado paisanaje de legendarios hosteleros, recios curas rurales, románticos viticultores y artesanos reposteros, nostálgicos coleccionistas de coches clásicos, melancólicos vecinos apátridas de pueblos sumergidos, errantes moteros ávidos de aventuras y de distancias... Estos últimos éramos nosotros, llegados a La Almarcha desde Madrid y Valencia por carreteras intransitadas de la geografía provincial, con la mirada nublada de paisajes y envueltos en un halo de sol y de viento.  




    No era la primera vez que alguien descubría este blog y solicitaba ayuda o asesoramiento para un proyecto audiovisual relacionado directa o indirectamente con la N-III.  Hace un par de años colaboré estrechamente en la localización de exteriores para el rodaje de un cortometraje de ficción titulado Norma, estrenado en cines varios meses después. La historia narrada no tenía relación implícita con esta carretera (hubiera podido servir cualquier otra), pero los cineastas buscaban un hostal de carretera típico de los años 70 en el entorno de la antigua ruta de Madrid a Valencia. Y hay muchos, abandonados o no, pero después de mostrarles sobre el mapa varios establecimientos que podían ajustarse a sus necesidades del rodaje,  se decantaron por el Hostal San Bartolomé (cerrado hace años y que solo se abrió para dicho rodaje), precisamente en La Almarcha, y a escasa distancia del Mesón San Cristóbal, en donde habíamos sido convocados para el programa de la Televisión castellano manchega. 


    Bajo el pintoresco nombre de Variotinto (muy propio para una serie de televisión rodada en la región vinícola más extensa del mundo), cada semana un nuevo reportaje de 45 minutos de duración nos muestra panoramas variados de la geografía, la historia, el patrimonio cultural, la artesanía,  los paisajes y las gentes que habitan esta comunidad autónoma. Y por encima de todo ello, la gastronomía y el vino ocupan un lugar primordial en cada episodio. Por este motivo, el buque insignia de Variotinto es un viejo furgón Citroën HY remozado y convertido en food truck, o furgón restaurante, dotado de cocina y de otros elementos auxiliares para la restauración a pequeña escala, con el que los presentadores del programa, Cristina Pascual y Carlos Iserte simulan desplazarse por las carreteras manchegas.

    Lo primero que eché a faltar en los alrededores del Mesón San Cristóbal fue precisamente este simpático vehículo. El propio Carlos Iserte me comentó que tan insigne cacharro no estaba para muchos trotes, no alcanzaba una velocidad superior a los 60 kilómetros por hora y por lo tanto no era adecuado para los desplazamientos a través de la inmensidad de La Mancha. En consecuencia, lo transportaban en una grúa y lo desembarcaban solo para rodar con él en marcha algunas tomas cortas muy puntuales. Lamentablemente no se lo llevaron a La Almarcha.





       El Mesón San Cristóbal, en plena travesía de La Almarcha por la N-420 (realmente la N-III nunca transitó por el casco urbano de esta población), presume de tener siempre sus brasas encendidas y dispuestas para recibir unas lonchas de panceta, unos chorizos, unas chuletas de cordero o unas tajadas de lomo para saciar el hambre de los viajeros de paso por el lugar. Pero también los platos de cuchara son meritorios, como las judías blancas con chorizo que tomamos en el almuerzo. El establecimiento es agradable, la comida sabrosa, y tanto el propietario como los empleados muy amables y atentos. Recomendamos el sitio sin dudar. 

    Mientras de aperitivo degustábamos unos chorizos a la brasa y unas cervezas por invitación del programa, Carlos Iserte nos hizo partícipes de la idea de titular este capítulo como N-III: La Ruta 66 manchega, lo que me pareció un tanto tópico y excesivo, y así se lo hice saber entre risas y bromas, aunque hay que reconocer que tan ocurrente reclamo podía tener su tirón televisivo, y es de lo que se trataba. 


  
    Con posterioridad haría acto de presencia en el mesón un grupo de moteros conquenses capitaneados por el extraordinario acróbata profesional sobre dos ruedas, Emilio Zamora, quien nos deleitaría en una explanada cercana con una fantástica exhibición de sus habilidades con diferentes motos.




  Acto seguido Carlos Iserte me daría la oportunidad en una breve entrevista de explicar las intenciones de este blog y su filosofía de rescatar la cultura de las antiguas carreteras españolas, y en especial de la N-III objeto del programa y del propio blog, resaltando cuánto ha cambiado la forma de viajar desde el pasado reciente hasta nuestros días.

 
    Abundando en esta idea del pasado de nuestras carreteras y de los viajes de antaño, Salvador León, propietario de los Talleres León de La Almarcha, mostraría dos reliquias automovilísticas de otras épocas, un Renault 8 de 1971 pintado con los colores del primer coche de Fernando Alonso en Fórmula 1, y un Renault 6 de 1979 decorado con los colores y símbolos del Real Madrid C.F.  

 

     Todavía lucía un espléndido sol en La Mancha cuando se retiraron las cámaras de televisión, los moteros conquenses y los automóviles clásicos que habían recorrido la N-III en tiempos pasados, unos tiempos en los que casi todas las cosas eran más auténticas y emocionantes que ahora. Y digo esto porque seguramente me estoy  empezando a volver un poco viejo, y acuso ya esa nostalgia sobrevenida de los viejos que piensan que cualquier tiempo pasado fue mejor. En mi caso, no estoy seguro de si es la N-III la que envejece conmigo, o soy yo el que envejece con ella, o puede que ambos estemos envejeciendo juntos. La mitad de nuestra expedición acabaría marchándose también a sus destinos, a cientos de kilómetros de allí, pero la otra mitad irreductible decidimos apurar las horas de la última tarde sobredorada y cálida del otoño en la terraza del Mesón San Cristóbal hablando de las carreteras y de la vida hasta que se puso el sol. Después, envueltos en las sombras de la noche, regresamos a nuestros hogares por la autovía con la inmensa satisfacción de haber colaborado en una causa noble.

    Mi agradecimiento a todo el equipo de Variotinto por habernos concedido la oportunidad de participar en un programa original, elegante, interesante, ameno y de calidad, tan lejos de los sensacionalismos, frivolidades y telebasuras diversas por desgracia demasiado habituales hoy en día en todas las pantallas del país.     


 

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