domingo, 8 de septiembre de 2013

N-III. I RUTA HISTÓRICA. 3 DE SEPTIEMBRE DE 2013. ASÍ LO HICIMOS.





La idea de esta ruta tan sugestiva surgió a principios de año a petición de un motorista alicantino, que había visto entusiasmado el video de presentación del proyecto documental sobre la antigua N-III, proyecto en el que todavía seguimos trabajando y que a corto o medio plazo acabará materializándose en un extenso reportaje audiovisual –un documental, propiamente dicho-, tal y como tenemos previsto y del que venimos informando ampliamente en este blog.
 

Como consecuencia de la realización de los trabajos de campo necesarios para la elaboración de este documental (toma de miles de fotografías y grabación de cientos de horas de video, fundamentalmente), en los últimos tres años habíamos recorrido la primitiva carretera de Madrid a Valencia en infinidad de ocasiones, pero siempre en etapas parciales destinadas a cubrir tramos y lugares concretos del trayecto según los íbamos necesitando para estos trabajos. Sin embargo, aunque no lo descartábamos, no nos habíamos propuesto todavía cubrir la ruta histórica completa en una sola jornada y con una intención eminentemente turística orientada a la participación de personas ajenas al proyecto y, por lo tanto, desconocedoras de los muchos puntos de interés que jalonan el trazado original de esta carretera, ya casi relegada al olvido y a la nostalgia de los aficionados a la arqueología viaria al ser sustituida en su totalidad desde hace años por la autovía A-3.
 

Con la entusiasta petición del motorista alicantino antes citado, ya se hacía ineludible la realización de la ruta histórica completa por la N-III en una sola y maratoniana jornada de muchas horas (hasta doce, o más), y para tal fin fijamos con la suficiente antelación la fecha del martes 3 de Septiembre de 2013, estableciendo además una participación máxima de seis u ocho motocicletas, ya que por cuestiones técnicas un número mayor de vehículos habría resultado inconveniente, dadas las características concretas de la ruta a realizar.



A principios de Agosto, cuando el que esto escribe, máximo responsable de la organización del evento, estaba comenzando los preparativos del mismo, recibió la inoportuna noticia de que el alicantino había sufrido una caída en bicicleta produciéndose una doble fractura del brazo izquierdo, lo que inevitablemente le convertía en baja segura para la ruta. En las semanas siguientes, las dos o tres personas que en principio le iban a acompañar en el evento, decidieron desistir también de su participación en el mismo. Así las cosas, y a falta de confirmar la asistencia, en principio incierta, de otras dos personas, estuve a punto de cancelar sine die la realización de la ruta, puesto que casi todo se volvía en contra. 

Entretanto, mientras seguía debatiéndome entre la necesidad obligada de suspender la ruta y los deseos de realizarla aunque sólo fuese con dos participantes, incluyéndome a mí, se hacía necesario elaborar un par de recuerdos conmemorativos de la misma, por si finalmente tenía lugar. Uno de ellos era una camiseta con un estampado llamativo y a todo color con la leyenda de esta ruta, y aunque disponía de varias ideas para su diseño, mis escasas habilidades técnicas para estas tareas y sobre todo la premura de tiempo, me obligaron a solicitar la colaboración de terceras personas más cualificadas. Fue así que en apenas dos semanas tuve ya el diseño definitivo gracias al voluntarioso trabajo de Gateco, con quien contacté a través de Forocoches. Simultáneamente me puse también manos a la obra con el modelado en barro y a escala 1:10 de al menos una réplica de los antiguos hitos kilométricos del denominado Plan Peña, y en concreto el correspondiente al km. 241 de la primitiva N-III, todavía existente en el puerto de Contreras original, a petición del valenciano Paco Vila, gran conocedor de esta ruta y hasta el momento el único que había asegurado su participación. Por fin, a menos de cinco días para la realización de la ruta, recibí también la confirmación afirmativa de Javier de Fuentes, que vendría desde Galicia en las horas inmediatas y cuya presencia dotaba de mayor interés turístico al proyecto, ya que él, a diferencia de Paco y de mí, no conocía la ruta histórica de la N-III y el enseñársela ya suponía un importante acicate para nosotros.  






Así las cosas, contando ya con la partipación oficial de tres personas, la I N-III RUTA HISTÓRICA iba a realizarse con normalidad en la fecha prevista a pesar de todas las vicisitudes previas. En apenas 48 horas tenía que llevar a imprimir tres camisetas de otras tantas tallas diferentes a una tienda especializada y finalizar el modelado y pintura de tres hitos a escala, el 241 ya citado de Paco, el 244 para Javier, y el 243 para mí. Demasiado trabajo para tan poco tiempo, que sin embargo conseguí finalizar in extremis a costa de robarle horas al sueño.
 

A menos de 24 horas del comienzo de la ruta surgió un nuevo inconveniente trascendental: recibí una llamada telefónica de Paco comunicándome que había roto el embrague de su moto (una BMW R-1200 GS) en la provincia de Guadalajara cuando subía desde Valencia dando una vuelta por Teruel y por la Alcarria. Esta inesperada contrariedad suponía la baja casi segura del valenciano en la ruta, ya que era del todo imposible que su moto estuviese reparada esa misma tarde en el taller de Madrid adonde llegó remolcada en una grúa. Sin embargo, aún quedaba una remota posibilidad de superar este contratiempo, y consistía en intentar alquilar una moto casi a contrarreloj, para lo cual me puse a realizar las oportunas gestiones a través de internet y telefónicamente. Parece fácil alquilar una moto de mediana o gran cilindrada en Madrid capital un lunes de primeros de Septiembre, pero no lo es en absoluto. En muchas de las empresas dedicadas a este servicio sólo disponen de motos de 125 centímetros cúbicos, en otras que trabajan con cilindradas superiores no se encontraban vehículos disponibles en ese momento, y en las restantes consultadas, en cualquier caso las dificultades de todo tipo para conseguir una moto esa tarde o a la mañana siguiente hacían inviable la operación. Sin embargo, quedaba una mínima posibilidad en una de ellas, y para allá que se fue Paco en taxi a toda prisa consiguiendo a las nueve de la noche una Kawasaki Vulcan 900, una moto de estilo custom no muy adecuada para esta ruta, pero que en todo caso volvía a ponerle en la carretera al día siguiente, que es de lo que se trataba.





A las diez y cuarto de la noche quedamos en el centro de Madrid, en la Plaza de Canalejas, muy cerca del hotel en donde se alojaba Paco, los tres integrantes de la expedición para una cena frugal a base de tapas y ultimar los detalles de la ruta del día siguiente. Decidimos salir a las nueve de la mañana de la Plaza de Cibeles, en lugar de hacerlo desde la Puerta del Sol, de acceso y parada más complicada, de modo que realizaríamos el trayecto clásico de la N-III de los años 60 por las calles de Madrid (Alfonso XII, Atocha, Plaza de Mariano de Cavia y Plaza de Conde de Casal), que sustituyó al primitivo a través de la Avenida Ciudad de Barcelona y Avenida de la Albufera, en Vallecas.
 

Puntualmente, a las 9 horas del 3 de Septiembre de 2013 nos encontramos frente a la castiza Cibeles vestidos cada uno de nosotros con la camiseta conmemorativa y dispuestos a emprender la I Ruta Histórica N-III que tantas veces había estado a punto de ser suspendida o por lo menos de verse muy devaluada en cuanto a participantes. Pero tres, y bien avenidos, éramos suficientes para llevarla a cabo, a la espera de tiempos mejores y posteriores ediciones que sin duda realizaremos para que puedan participar quienes por unas u otras circunstancias se han quedado fuera de la primera.




Después de rodar una veintena de kilómetros por la autovía A-3, nos desviamos para buscar nuestro primer objetivo: el antiguo Puente de Arganda sobre el río Jarama, que prestó servicio en la carretera de Madrid a Valencia hasta el año 1963. Estuvimos unos minutos sobre el puente y sus alrededores antes de emprender la marcha hacia las cuestas de Perales de Tajuña, un tramo que no se abandonaría hasta bien entrados los primeros años noventa del pasado siglo, por lo menos. El sol ya empezaba a calentar demasiado y decidimos obviar la antigua circunvalación de Arganda, también construida en los años 60, para cruzar sin detenernos por la variante de Perales y llegar hasta el castillo de Fuentidueña de Tajo, nuestra siguiente parada. Tanto Paco como Javier aprovecharon aquí para aplicarse crema hidratante, el primero en las manos, pues conducía sin guantes al haberlos olvidado en su moto que había quedado en el taller la víspera, y el segundo en la cara, un tanto quemada por alguna incursión playera en su tierra gallega en fechas anteriores. 







Pocos minutos después hacíamos la tercera parada de la jornada y la breve visita obligada al puente de hierro de Fuentidueña, construido en el siglo XIX y que prestó servicio en la carretera hasta mediados de los años 50 del pasado XX, cuando se construyó el segundo puente, al que aún habría de sustituirle un tercero, ya en los 90, que es el que actualmente da servicio a la autovía A-3. (Leer reportaje sobre los tres puentes de Fuentidueña en este mismo blog).





Estuvimos debatiendo un rato acerca de recorrer o no el famoso tramo de adoquines de Belinchón, también conocido como la “M”, pero finalmente decidimos obviarlo a cambio de recorrer posteriormente el de Saelices, muy similar, en los dos sentidos. Igualmente suprimimos de la ruta la monótona travesía de Tarancón y la visita a la Gasolinera Espiritual  de Tribaldos, fijándonos nuestra siguiente parada, la cuarta, en la Cruz de Nino Bravo, situada a las afueras de Villarrubio, kilómetro 95, en donde el famoso cantante valenciano perdió la vida en accidente de tráfico en 1973. Javier no conocía la historia y no tuvimos inconveniente en rememorar para él los detalles trágicos de aquel suceso desafortunado del que hace pocos meses se cumplieron cuarenta años. 



 
Quinta parada en Saelices, primitiva travesía de la N-III, para tomar un ligero aperitivo en la terraza de un bar de carretera que debió de conocer, sin duda, tiempos mejores. Sin prisa por reanudar la marcha, consumimos en este lugar algunos refrescos y cervezas y unos largos y agradables minutos de conversación antes de atravesar por fin el tramo adoquinado de Saelices en sentido Valencia para llegar al tramo de asfalto en desuso en donde se encuentra la conocida como curva de los novios, en donde una pareja valenciana (novios o recién casados, no es preciso este dato) perdieron la vida en accidente de tráfico en Mayo de 1967. Esta habría de ser nuestra sexta parada. Un pequeño terreno vallado y colindante a la curva, adquirido por la familia de los infortunados, recuerda esta desgracia con nombres y fecha inscritos en una cruz de piedra erigida en un leve promontorio. La cerca de madera que daba acceso a la parcela estaba entreabierta y tanto Javier como yo accedimos a su interior para tomar fotografías y colocar unas flores de papel, que estaban caídas en el suelo, a modo de respetuosa ofrenda. De todos modos el lugar parece tan abandonado como el propio tramo de carretera en donde se ubica.








Antes de continuar la ruta, decidí colocar la cámara Drift de alta definición sobre el soporte habilitado en la moto para grabar videos de la carretera. Un mando a distancia con sólo dos botones on/off  fijado con velcro sobre el tablero de mandos de la moto permite en teoría activar y desactivar a voluntad las grabaciones, pero digo en teoría porque el botón de off no funciona siempre correctamente, y esto obliga a menudo a bajarse de la moto y actuar directamente sobre los botones de la videocámara para detener la grabación. 
 

Séptima parada en el área de descanso del CNFE (Circuito Nacional de Firmes Especiales) en el tramo de adoquines de Saelices, construida en 1930, según reza en un rótulo tallado en la fuente de piedra que todavía se conserva. Recorremos ahora dicho tramo en sentido Madrid para volver a la travesía posterior de Saelices (años 60) y tomar de nuevo la dirección hacia Valencia. Nuestros siguientes objetivos son las travesías de Montalbo y de Villares del Saz, y en la primera perdemos a Javier, con el que volveremos a contactar más adelante, previa llamada telefónica al móvil, en la gasolinera de esta última localidad, en donde aprovechamos los tres para repostar combustible. Esta es nuestra octava parada y ya llevamos cerca de cinco horas de viaje en las que hemos recorrido poco más de 130 kilómetros. El calor se vuelve insoportable por momentos en las horas centrales del día.




Recorrer el primitivo trazado decimonónico de la carretera Madrid-Valencia a través del itinerario del Júcar (Olivares, Valverde, Hontecillas, Buenache de Alarcón y Olmedilla de Alarcón), que estuvo en servicio hasta el año 1955, o bien hacerlo a través del trazado que lo sustituyó en esa fecha (La Almarcha, Honrubia, pantano de Alarcón), he aquí el dilema. Lo más genuino habría sido recorrer el trazado decimonónico, pero como ya vamos apurados de tiempo llegamos a una solución de compromiso: recorreremos la ruta sustitutiva por Honrubia, continua y mucho más rápida, y poco antes de llegar a Motilla del Palancar haremos una incursión en el tramo primitivo hasta Olmedilla u Hontecillas, a propuesta de Paco. Mi propuesta consiste, además, en parar antes en Honrubia para comer tranquilamente, siendo ambas propuestas aprobadas por unanimidad.



Nuestra novena parada se produce, pues, en la terraza de un restaurante de carretera de Honrubia, en donde degustamos sin prisas el económico y variado menú del día, del que elegimos una sopa de menudillos, pisto manchego, ensaladilla rusa, codornices, chuletas a la brasa, cervezas, agua, postres, cafés con hielo y hasta cigarro puro (sólo yo), antes de volver a la ruta con ostensible pereza. En un mirador en las proximidades de la presa del pantano de Alarcón efectuamos la décima parada de la jornada, también muy demorada, para charlar y tomar fotografías. A estas alturas del viaje ya hemos decidido, igualmente por unanimidad, tomarnos las cosas con calma y visitar todo lo que nos sea posible pero sin ceñirnos estrictamente al guión establecido sobre el papel, imposible de cumplir en su totalidad en una sola jornada. La conclusión obligada de todo esto, seguramente válida para futuras ediciones, es que lo ideal sería pernoctar a mitad de camino (en Honrubia o en Motilla del Palancar como lugares más aconsejables), para realizar completa y detalladamente la ruta histórica por la N-III en dos jornadas consecutivas.

  




Obviamente esto ya no era posible ni estaba previsto en esta I ruta del 3 de Septiembre, de modo que continuamos camino según las decisiones improvisadas que íbamos tomando sobre la marcha, y nos desviamos poco antes de Motilla por la primitiva carretera decimonónica procedente de Olivares para visitar al menos uno de los tramos interrumpidos por el embalse del Júcar con origen en Olmedilla de Alarcón, según criterio de Paco, que era quien abría la marcha y decía conocer el lugar. Nos internamos por una larga pista de tierra en buen estado para llegar a una bifurcación de caminos que Paco no reconoció como el sitio que había visitado anteriormente en alguna de sus muchas incursiones por la zona. Sin embargo este paraje, en donde se divisaban una especie de marismas remansadas del Júcar, era hermoso y singular, aunque no fuese el lugar que andábamos buscando. Esta fue nuestra undécima parada antes de volver a la carretera asfaltada y regresar hacia Motilla del Palancar, pues no había tiempo para seguir internándonos en la vieja ruta del Júcar.




Cruzamos Motilla, Castillejo (descartamos también la visita al tramo abandonado con toro de Osborne), Graja de Iniesta y Minglanilla sin detenernos para ir a buscar el primitivo puerto de Contreras, que estuvo en servicio hasta finales del año 1969 y que resulta, con abrumadora diferencia, lo más interesante que puede encontrarse en esta ruta histórica por la N-III. Duodécima parada en la antigua Venta Contreras, casa de postas original del siglo XVI, que todavía se conserva, y en donde aprovechamos para tomar unos refrescos demoradamente y decidir que después de recorrer a conciencia este tramo singular de la carretera hasta Villargordo del Cabriel retomaríamos la autovía A-3 hasta el puerto de Buñol, obviando pues las travesías de Caudete, Utiel, San Antonio y Requena en el trazado de la antigua N-III, por falta material de tiempo, ya que la tarde estaba muy avanzada. 

 


Decimotercera parada en el puente decimonónico sobre la presa de Contreras, límite de provincias entre Cuenca y Valencia, faraónica obra pública, al igual que el resto de este trazado, del insigne ingeniero de caminos Lucio del Valle, unos trabajos que se llevaron a cabo entre 1841 y 1851, como atestiguan unas placas conmemorativas de piedra colocadas en los muros del puente. Instalo ahora la cámara de video Drift  en un soporte trasero de la moto para grabar la carretera de espaldas a partir de este punto, consiguiendo unas tomas más espectaculares de nuestro paso por las innumerables curvas peraltadas del trazado, que aún conservan los viejos postes de contención fabricados en hormigón armado, conservándose también algunos restos de malla metálica y primitivas señales de tráfico. Atravesamos la colonia de Contreras, construida a principios de los años sesenta para alojamiento de los trabajadores de la fábrica de cemento, hoy abandonada, que prestaba servicio en la construcción de la presa, y sin detenernos cruzamos la verja abierta que delimita los dos tramos de carretera de las Cuestas de Contreras, el primero de circulación libre y el segundo, a partir de este punto, restringido al tráfico, excepto para colindantes, según advierte un cartel junto a la señal de prohibido el paso. Sí, está prohibido circular por este tramo de aproximadamente siete kilómetros entre la fábrica de cemento y las proximidades de Villargordo del Cabriel, a menos que puedas documentar que posees alguna finca o terreno colindante en la zona. Sin embargo, este trayecto es tan solitario y se encuentra tan abandonado (aunque en muy aceptable estado de conservación), que resulta casi del todo improbable que alguien vaya a importunarte por saltarte la prohibición. Cabe resaltar que sólo nos encontramos con una pareja de ciclistas, que nos saludaron amablemente, en el largo espacio de tiempo que estuvimos en el tramo.







Decimocuarta, decimoquinta y decimosexta paradas en los hitos kilométricos 241, 243 y 244, respectivamente, para hacernos fotografías en ellos cada uno de nosotros con nuestros correspondientes hitos de barro a escala conmemorativos de la ruta, según la idea previa que había tenido yo antes de salir de Madrid. También se conservan el 238, el 239, el 245 y el 246. (Ver reportaje sobre los siete hitos de Contreras en este mismo blog). Están todos ellos fabricados en hormigón, y como curiosidad comentar que el 244, que era el que le correspondió a Javier, se encontraba duplicado, hallándose un ejemplar primitivo y muy deteriorado tirado en el talud de la cuneta junto al que todavía sobrevive bien asentado en posición vertical, aunque en ambos casos completamente desprovistos de pintura ni de caracteres indicativos. 








Después de dieciséis paradas y casi once horas de viaje, el cansancio ya se hacía notar, hasta el punto de que las tres detenciones en los hitos de Contreras, aunque muy agradables e interesantes, no estuvieron exentas de alguna dificultad. Los peraltes de la carretera, sobre todo en las curvas, son tan exagerados, que a menudo resulta complicado estacionar las motos con seguridad, y más en particular las altas y pesadas BMW R-1200 RT de Javier y la Honda Varadero 1000 del que esto escribe. Más sencillo resultaba con la Kawasaki Vulcan 900 de alquiler que llevaba Paco, como todas las custom  una moto también pesada pero de escasa altura y con el centro de gravedad muy bajo, lo que facilita las maniobras en parado en este tipo de terrenos.
 

De Villargordo del Cabriel hasta el puerto -o el portillo- de Buñol ya por la autovía y sin detenciones, como hemos comentado antes. La tarde ya estaba vencida y no había tiempo para más. Todavía tuvimos oportunidad, sin embargo, de vivir una peligrosa e incierta aventura en un camino de servicio con el firme de hormigón y unas pendientes y curvas inverosímiles por el que se internó Paco temerariamente buscando el acceso al Buñol. Sólo de milagro no sufrimos una caída. Pensábamos que conocía este atajo, y cuando nos confesó que era la primera vez que pasaba por allí, tanto Javier como yo nos miramos estupefactos. Recorrimos plácidamente el puerto de Buñol con un postrero rescoldo de luz en el cielo y nos detuvimos por decimoséptima y última vez junto a la ermita de San Cristóbal, en el kilómetro 303. Aquí decidimos despedirnos, pasando por alto la travesía de Chiva, la visita al puente de la rambla del Poyo y la propia entrada a la ciudad de Valencia a través de la Avenida del Cid. Llevábamos doce horas exactas en la carretera y a Javier y a mí todavía nos quedaban más de cien kilómetros nocturnos por autopista hasta el norte de la provincia de Alicante, en donde teníamos previsto pernoctar. Cuando llegamos a destino, después de más de trece horas  de viaje, los odómetros parciales de nuestras motos marcaban 485 kilómetros. 


 

En conclusión, esta I RUTA N-III HISTÓRICA ha sido todo un éxito y un evento destacable que recordaremos gratamente durante muchos años, a pesar de no poder llevarlo a cabo en su totalidad, como acabamos de relatar. Estrictamente, y a modo de resúmen final de la crónica, esta es la relación de los lugares que dejamos de visitar o de recorrer y que estaban contemplados en el proyecto original íntegro:



-Puerta del Sol y Avenida de la Albufera de Madrid, con sus correspondientes conexiones urbanas.

-Variante de Arganda de los años 60.



-Puente de los años 50 en Fuentidueña de Tajo.



-Tramo de adoquines de Belinchón, también conocido como la “M”.



-Travesía de Tarancón.



-Gasolinera espiritual en el desvío a Tribaldos.



-Trazado decimonónico de la carretera a través del alto Júcar.



-Travesías de La Hinojosa y La Almarcha.



-Tramo abandonado con toro de Osborne en Castillejo de Iniesta.



-Travesías de Caudete de las Fuentes, Utiel, San Antonio y Requena.



-Travesía de Chiva y tramo abandonado al final de la población.



-Puente de la rambla del Poyo.



-Entrada en Valencia a través de la Avenida del Cid.



Y como ya hemos mencionado con anterioridad, la única posibilidad razonable de realizar el trazado histórico íntegro y visitar con calma todos sus lugares de interés pasa ineludiblemente por realizar la ruta en dos jornadas consecutivas, pernoctando a mitad de camino, algo que sin duda consideraremos muy seriamente de cara a futuras ediciones de este evento.



 VIDEOS CORTOS DE LA I RUTA N-III HISTÓRICA









ANEXO PUBLICADO EL 12 DE MAYO DE 2016

Con motivo de los preparativos para la realización de la II RUTA MOTORISTA N-III HISTÓRICA, prevista para el sábado 3 de septiembre de 2016, justamente tres años después de la primera, descubrimos que era posible diseñar unos sellos de Correos de curso legal completamente personalizados, y con el objeto de experimentar un posible recuerdo para la II Ruta, nos decidimos a gestionar una impresión de un pliego de 25 sellos conmemorativos de la I Ruta al precio total de 33'50 euros. El motivo de diseño utilizado en dicho sello es el mismo que figuraba en la parte frontal de las camisetas conmemorativas de aquel evento. Este es el resultado con todo detalle:







lunes, 2 de septiembre de 2013

LOS SIETE HITOS KILOMÉTRICOS DE LAS CUESTAS DE CONTRERAS




En el tramo sin duda más emblemático de la antigua N-III, a su paso por el primitivo puerto de Contreras, también conocido como las Cuestas de Contreras, que estuvo en servicio hasta el año 1970, se conservan muchos de los elementos originales de la carretera, y entre ellos hasta siete hitos kilométricos de la época del Plan Peña, concretamente los correspondientes a los kilómetros 238, 239, 241, 243, 244, 245 y 246, todos ya en la provincia de Valencia, término municipal de Villargordo del Cabriel. La mayoría de ellos no mantienen legibles sus caracteres e incluso han sido pintados completamente de blanco. En el tramo que corresponde a la provincia de Cuenca también se conservan algunos hitos, si bien en algunos casos han sido pintados de amarillo y en otros se han utilizado como elementos ornamentales pero desprovistos ya de sus características originales, motivo por el cual no los consideraremos en este breve reportaje.

Nos fijaremos, pues, en los que acabamos de citar, tres de los cuales los hemos reproducido en barro a escala 1:10 como recuerdos conmemorativos para los tres participantes en la inminente I Ruta N-III Histórica que realizaremos dentro de poco más de veinticuatro horas, el 3 de Septiembre de 2013, partiendo de Madrid para llegar a Valencia. 

En Septiembre de 2011 ya transitamos por este tramo de la carretera, grabándola íntegra en video, lo que nos permite ahora rescatar los correspondientes fotogramas con los que ilustrar la existencia de los hitos kilométricos mencionados, a falta de las fotografías que trataremos de obtener en nuestra visita inmediata, dos años después.

Hito 238:


Hito 239:

Hito 241:



Hito 243:



Hito 244:


Hito 245:


Hito 246:



lunes, 19 de agosto de 2013

LOS PUENTES DE FUENTIDUEÑA SOBRE EL RÍO TAJO



Un reportaje de Miliar para «N-III, UNA RUTA HISTÓRICA»


En esta página se hace un recorrido por la historia de los distintos puentes que se han construido para resolver el paso sobre el río Tajo a la altura de Fuentidueña de Tajo, a 62 kilómetros de Madrid dentro del itinerario correspondiente a la actual A-3 (N-III) hacia Valencia. Actualmente se pueden encontrar tres puentes:

  • Puente de hierro en la antigua N-III, actual M-831 (1876).
  • Puente de hormigón en la variante de Fuentidueña (1958).
  • Puente de vigas prefabricadas de hormigón en la A-3, autovía del Este (1990).

Sin embargo, en el punto donde se sitúa el puente de hierro del siglo XIX hubo otros anteriores, que también se describen a continuación.


El puente de madera

El inicio de esta historia se remonta a las primeras décadas del siglo XIX. En aquella época, el cruce del río Tajo en Fuentidueña se resolvía con una barca. Así lo atestiguan las guías de caminos publicadas entonces como ésta de Joseph Matías Escribano, editada en 1823.


Ahora bien, es fácil imaginar la dificultad de actualizar este tipo de publicaciones con los medios existentes en aquellos años. De hecho, esta guía no era más que una reimpresión de un trabajo realizado a mediados del siglo XVIII y que se había quedado desfasada en lo referente al paso del Tajo en Fuentidueña, dado que en 1819 se construyó el primer puente de madera, en el lugar donde ahora se ubica el puente de hierro, para el camino de herradura de Madrid a Valencia. El constructor fue José Díez, empresario de Villanueva de la Sagra, quien, junto a su hermano Francisco, ya había construido un puente similar sobre el mismo río en Aranjuez.